La
musicoterapia, aunque se considera una técnica moderna, en realidad es muy
antigua. El Primer testimonio histórico de la influencia de la música en la
medicina se encuentra en un papiro egipcio descubierto en el año 1988, al cual
se le atribuye una antigüedad de 4.500 años y que consistía en una melodía que
tenía la propiedad de propiciar la fertilidad en la mujer.
En el siglo xvii en Francia se inician los estudios científicos sobre el poder terapéutico
de la música, con el propósito de explicar los numerosos casos de curaciones
realizadas a través de la misma.
Posteriormente
en Nueva York, en el 1930 se abre una clínica privada donde se realizan ensayos
sobre la musicoterapia obteniendo resultados altamente satisfactorios, por lo
que se concluye que efectivamente la acción de la música obra a través del
sistema nervioso y en todos los estados emocionales, produciendo efectos como
el aumento o disminución de las secreciones glandulares, de la circulación de
la sangre y la tensión arterial. También influye positivamente en estados como
la ira, la angustia, la depresión, la alegría, la relajación y el equilibrio psíquico.
La música ayuda
al equilibrio del cerebro con su acción relajante y tranquilizante y, en
consecuencia en el resto del organismo.
Los fisiólogos
descubrieron que los ritmos del cuerpo, los latidos del corazón, las ondas
cerebrales, tienden a sincronizarse al compás de la música. De aquí la importancia de la música tanto para la
salud como para el aprendizaje.
Además de la
música barroca, hay otro tipo de música que brindan excelentes resultados como
la música suave, la hindú, la ecológica con sonido de la naturaleza como por
ejemplo: Olas, cascadas, cantos de pájaros, ríos vientos etc.
Olga Gumilla
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