lunes, 19 de junio de 2017







La musicoterapia, aunque se considera una técnica moderna, en realidad es muy antigua. El Primer testimonio histórico de la influencia de la música en la medicina se encuentra en un papiro egipcio descubierto en el año 1988, al cual se le atribuye una antigüedad de 4.500 años y que consistía en una melodía que tenía la propiedad de propiciar la fertilidad en la mujer.  
En el siglo xvii en Francia se inician los estudios científicos sobre el poder terapéutico de la música, con el propósito de explicar los numerosos casos de curaciones realizadas a través de la misma.
Posteriormente en Nueva York, en el 1930 se abre una clínica privada donde se realizan ensayos sobre la musicoterapia obteniendo resultados altamente satisfactorios, por lo que se concluye que efectivamente la acción de la música obra a través del sistema nervioso y en todos los estados emocionales, produciendo efectos como el aumento o disminución de las secreciones glandulares, de la circulación de la sangre y la tensión arterial. También influye positivamente en estados como la ira, la angustia, la depresión, la alegría, la relajación y el equilibrio psíquico.
La música ayuda al equilibrio del cerebro con su acción relajante y tranquilizante y, en consecuencia en el resto del organismo.
 Los fisiólogos descubrieron que los ritmos del cuerpo, los latidos del corazón, las ondas cerebrales, tienden a sincronizarse al compás de la música. De aquí  la importancia de la música tanto para la salud como para el aprendizaje.
Además de la música barroca, hay otro tipo de música que brindan excelentes resultados como la música suave, la hindú, la ecológica con sonido de la naturaleza como por ejemplo: Olas, cascadas, cantos de pájaros, ríos vientos etc.
                                                      Olga  Gumilla





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